Sonó la campana
Padre Hugo Tagle@hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Llegó la hora de volver a clases. Escuchando las distintas opiniones, uno llega a la convicción de que sí, hay que volver a las aulas. Sin duda se trata de hacerlo en forma escalonada, gradual, por grupos. En fin, con imaginación, tomando las medidas de seguridad necesarias, no sólo es posible, sino urgente.
Como en tantas otras cosas, los que más pierden con la falta de clases presenciales son los más pobres y vulnerables. Para un inmenso número de chilenos, el colegio no es solamente lugar de aprendizaje de materias, sino de socialización, seguridad, alimentación e higiene. Muchos han perdido muchísimo en el año de falta de clases presenciales.
En este año de Covid aprendimos a valorar el encuentro real, físico. La verdad, resulta insustituible. A pesar de los avances en los medios virtuales, su diversificación y mayor acceso, nada reemplaza el vernos “en vivo”. Es paradojal: las más prestigiosas universidades siguen invirtiendo en salas de clases, así como se siguen construyendo grandes bibliotecas y salas de lectura a pesar del avance de los libros electrónicos.
El impacto de la crisis provocada por el Covid-19 ha retrasado los objetivos en materia de educación y ha afectado de manera desproporcionada a los más vulnerables. Es hora de mostrar resiliencia, creatividad, imaginación y sentar las bases para su recuperación. Pero no ha sido un “año perdido”. Hemos aprendido a utilizar herramientas pedagógicas que veíamos lejanas o de muy lenta implementación. En un año se ha acelerado un proceso educativo con herramientas virtuales que se pensaba para cinco o 10 años más.
Todo eso existía. Pero ahora su uso es materia obligatoria y no pasará más. No hay vuelta atrás. El e-learning y portales educativos serán un elemento clave en la sala de clases, en todos los niveles. De alguna forma, se ha democratizado la educación, ya que estas herramientas hoy están a disposición de todos los alumnos, sin distingos. El punto es que se ocupen y se cuente con las facilidades para su uso. Todo augura que la educación del futuro será más eficaz, fecunda, productiva.
El potencial de la virtualidad es ilimitado. Pero también nos dimos cuenta de que el contacto humano, la voz sin interferencias, el grupo de estudio, la sociabilidad, el ejercicio de la conversación real, el juego compartido “in situ”, son claves en el desarrollo integral y equilibrio emocional de los niños. La vuelta a clases será un desafío a la inteligencia, exigirá mucha disciplina, solidaridad e ingenio. Y, por lo mismo, será una excelente enseñanza.